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Los días viernes se emite el programa de interés general con entrevistas donde su conductor, el actor y director Ramiro Ábrigo –ahora con la colaboración de su hermano, el comunicador Homero-, lleva a los televidentes al mundo del deporte, del arte, del teatro, la música y los hace vivir momentos inolvidables.
En una entrevista de la semana pasada, el que recorrió su vida deportiva que alcanzó el summum cuando participó de dos citas olímpicas en Atlanta 1996 y Sidney 2000, fue nuestro reconocido nadador, Agustín “Rana” Fiorilli: “Me dediqué a la natación por mis hermanos Federico y Sebastián que nadaban, pero también porque éramos alérgicos y parece que el agua era la cura para eso. Fue un consejo del otorrino a mi viejo cuando lo consultábamos en Rosario. Empecé a nadar a los 5 años y mi entrenador siempre fue Lucas (Ciarniello). Me vio condiciones, me federó y empecé a competir y a ganar, por eso me daba cuenta que había algún talento natural que me llevaba a eso. Los triunfos me iban motivando y me llevaban a ser un poquito diferente”, comenzó.
“Un fuera de serie, catalogado como uno de los mejores a nivel nacional, sudamericano y mundial, pero no es valorado. Parece que es fácil lograr lo que logró él. Me dio muchos conceptos, pero nos complementábamos. Fue como un segundo padre, hizo una planificación del año 1990 al 2000, es decir 10 años y yo me adelanté cuatro años, lo hice en Atlanta 1996. Para él fue una sorpresa, tenía 17 años nada más, era un nene. Después con Walter vamos a Sidney en el 2000. Estuvimos juntos 20 años y todo era planificado, estudiaba los rivales, se hacía un plan en cada prueba. Nos daba mucha tranquilidad. Acá el más duro que tuve fue un chico de Náutico Sportivo Avellaneda pero dejó de competir”, sostuvo Agustín sobre su operador.
Respecto a la vida de un nadador Fiorilli reconoció que “la familia es muy importante, así como el entrenador y después el nadador, es todo un complemento, una unión. Federico me dio muchos consejos, tiene 5 años más que yo, era muy buen nadador, participó de un Mundial en Roma 1994 de aguas abiertas”.
Rana también recordó sus competencias y su amistad con José Meolans, uno de los mejores nadadores de la historia argentina: “me topé con él en el Campeonato Argentino de 1990, en La Pampa. Competimos los dos en 400 metros combinados y ahí le gané. Él después se especializó en carreras de velocidad, 50 y 100 metros libres y 50 y 100 metros mariposa, hasta llegar a ser campeón del mundo. Me quedó una buena amistad, vino a comer a casa varias veces y es lo que nos queda del deporte”.
Luego de esto, el deportista revivió sus momentos olímpicos, inolvidables: “llegar a un juego olímpico con 17 años te sorprende en todos los sentidos. En la Villa Olímpica había 30.000 deportistas, cada uno en sus respectivos edificios para alojarse y por ahí recuerdo que ibas a comer y te cruzabas con Michael Jordan, con Magic Johnson, los tenistas Patrick Rafter, Guga Kuerten el brasileño, no se toma conciencia de lo que se vive, menos a los 17 años. Es algo que no se puede describir, hay que vivirlo. Estaba la Selección Argentina que fue Plata en esos juegos con Passarella de DT, con Bassedas, el Burrito Ortega, Sensini. Después en el 2000, donde estuve con Walter Archiprete, no fue tan distinto, el nadador argentino hace lo que puede con lo que tiene, no hay apoyo, no hay estructura. En 1996 concentramos en los primeros días de mayo para participar en julio, encontramos en el CENARD la pileta descubierta, el agua helada, pero te tenías que tirar. Con Meolans fuimos solos, los únicos dos. Al mes y medio de concentración tuvimos que irnos a otro lado a entrenar. Todo se nos hizo muy cuesta arriba, en el 2000 entrenamos en Central que tenía la pileta cubierta. Me gustó más Sidney porque estuvo mejor organizado, más moderno. No teníamos apoyo pero dirigentes acompañándonos no nos faltaban”.
Cuando llegó el retiro, Fiorilli comentó que “hice el curso de técnico de natación en el instituto donde Lucas da clases, lo terminé, pero después me volqué más a la empresa familiar y me quedé ahí, más por los problemas de salud de mi viejo. Tengo que reconocer que se extraña esa adrenalina de la competencia, yo dejé cuando me dejó de gustar ir a entrenar, me cansé, podría haber seguido en aguas abiertas porque tenía 29 años y podía estirarme. Hice todo lo que me propuse: las cuatro competencias a nivel mundial: Sudamericano (8), Panamericano (1), Mundial (3) y Juegos Olímpicos (2), una carrera importante. En Argentina corría 1500 metros libres y gané ininterrumpidamente desde 1990 al 2000, llegué y pude mantenerme”.
“El nadador no tiene margen de error, juega contra el reloj toda su vida. Se sabe de antemano ante quienes vas a competir por la planilla de tiempos, sabemos los registros de todos con los que vamos a competir”, sentenció Agustín.
Luego se lo consultó acerca de la cantidad de países que tuvo el privilegio de conocer gracias a las competencias de natación y sobre esto dijo: “son muchos: 5 o 6 de Sudamérica, 3 o 4 de América Central y del Norte, unos 5 de Europa, en Hong Kong en el 1999 y en Australia en 2000. El que más me impactó fue E.E.U.U. junto con Australia, por el orden, la limpieza, todo perfecto, bien acomodado, Canadá muy parecido a Australia. Hong Kong no, muy sucio todo”.
En el final se lamentó de que su hijo mayor, que ya tiene 24 años no continúe con el legado deportivo: “tenía talento, empezó bien, pero después, cuando había que hacer esfuerzos para entrenar y competir no quiso más y dejó. Lo desmotivó ver toda mi carrera, fue una mochila muy pesada. En la adolescencia es donde más se la juega uno o deja. Me acuerdo que mis amigos me venían a buscar para ir al boliche, que había inaugurado en 1992 y yo no iba, pero porque tenía el objetivo de ser olímpico, lo podía lograr o no y lo terminé logrando”, cerró Fiorilli.
