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“Comencé dibujando, estaba lejos la pintura. Mis primeros dibujos, que tengo y enmarcaré y pondré en el taller, fueron sobre una foto de mis abuelos. Le pedí a mi mamá una foto y estuve toda la noche, cuando mi mamá la vio a la mañana y exclamó –“la nona”- , supe que había hecho un gran trabajo. Ese fue mi primer retrato, me di cuenta que podía dibujar. Hice cursos pero aún sabiendo mis limitaciones, me puse a hacer lo que pensé que hacía bien. Me apasionaba hacerlo, lo otro me limitaba, aunque valoro estudiar, tomar clases y recibir enseñanzas, pero lo que sale de uno es lo más importante”, contó Lorena.
“Después de que se reconociera mi obra sobre el monumento, quedó ahí, fija en la sala de las banderas, en una oficina y la extrañaba, por lo que fui a verla después de tantos años y pude ver que está muy bien guardada, cuidad, iluminada, me dio alegría, me sa qué fotos, muy feliz me puso”, relató la artista sobre una de sus mayores obras.
Lorena también comentó que hubo un tiempo en su carrera donde por cuestiones personales hizo un impasse, que retomó mucho tiempo después y con más fuerzas.: “me había enojado un poco con cosas que me pasaban y dejé de pintar, pero ahora les digo a mis alumnos que cada trazo del pincel lleva algo de ellos, la emoción, el sentimiento se impregna ahí. También podés ver toda la vida de un pintor en su obra con el correr de su trayectoria", comentó Lorena.
"Tuve el placer de estar con Ambrosio Gatti, de conocer su obra y pude ver la pasión que transmitía con sus ojos y podés ver por los estados por los que pasás y lo veo en una colección que tengo donde no tiene nada de color y me reflejaba en la obra. Antes las retocaba, ahora no lo hago más, porque de esa manera me reflejo y sé en qué momento de mi vida estaba. Hasta me pasó que no conocí una obra que había pintado”, añadió
Pero en la actualidad, las circunstancias de la vida y de su pasión por el arte, la llevarán a exponer en Europa: “Tuve la posibilidad de hablar con un galerista que exponía en varios lugares de Argentina y del exterior y surgió la posibilidad de exponer en Qatar, pero no llegué con el tiempo con esa obra porque venía haciendo otras cosas. De todos modos no lo veía como un techo, sino que en mi cabeza quería llegar al Louvre, en París, un sueño inalcanzable para algunos artistas. Llegar allí es lo más para alguien que pinta. Al no llegar a exponer en Qatar, el galerista me dijo que había otras opciones, obviamente, luego de ver mi obra completa. Me evaluó, vio el perfil, le gustó y me mandó una palabra: sublime. Entonces me mandó a decir si quería exponer en París, me hice la desentendida, que buena posibilidad, no le mostré a él lo que sentí, pero salté de alegría”.
“Yo no voy a viajar a exponer sino que las chicas que exponen conmigo, que sí pueden viajar van a llevar mi obra. Tengo que firmarles el poder para llevarla y estoy trabajando mucho para terminarla”, dijo Orellano.
“Llevar mis obras a todos lados me fue abriendo caminos y terminó en esto, que será en octubre. Es una muestra de tres días donde hay un evento, te dan la posibilidad de la venta y tenés que dejar un 10 % de la misma. En París, Artes Reales lleva desde hace 10 años muestras de este tipo. La galería tiene muestras continuas y siempre está la posibilidad de exponer. En la presentación de la muestra ponen a mi obra, a la indígena que pinté como la referente, entonces yo la llamo ‘Mi Gioconda’, pero en realidad no es la que va a ir, está en proceso. Es mucha la responsabilidad porque te dicen vas a exponer en París, te aconsejan de todo, pero no estoy de acuerdo en pintar algo para insertarlo en el mercado, quiero pintar lo que me sale, lo que hago siempre. No toqué pincel todavía, pero bajo presión trabajo mejor”, concluyó la artista local.
