Y hacia la sede del PAMI en Florida y Corrientes fueron y se movilizaron desde todos los puntos del país, como pudieron, con los recursos que tienen, cansados de peregrinar y rogar que se cumplan las leyes que están escritas desde hace 17 años pero que no quieren poner en práctica ninguno de los gobiernos de turno.
Se levantaron muy temprano, se organizaron para ir hacia Capital Federal, se llevaron la cocina de campaña para asistir a todos los camaradas que podían, se dieron un fuerte abrazo como el que se daban en el frente de batalla y hacia allí marcharon, con nosotros como testigo, una cámara y un cronista, que sólo quería hacerle ver a un país, que hay muchos argentinos que no tienen memoria. Y lo digo con conocimiento de causa porque ningún medio capitalino se hizo eco de esta movilización hasta que hubo disturbios.
Antes de que el caos comenzara a reinar, a causa de alguna orden impartida a algún policía, para que reprimiera a los manifestantes, pude ver escenas que me marcarán para siempre y me lamento no haberlas podido registrar con la cámara o con el lente para una fotografía, aunque es difícil de retratar los sentimientos. Un soldado correntino encontrándose con un camarada después, quizás de 40 años o un poquito menos y abrazándolo a los gritos, contándole a todo el mundo que ese hombre había sido el compañero en el pozo que hacían en la tierra de las Islas Malvinas para esquivar las balas y a los invasores ingleses. Y seguramente hubo otros reencuentros que no pude ver y también lamentos porque se enteraron que tal o cual ya no iba a estar porque se había ido a contarle a Dios que cuando era un pibe, que apenas pasaba los 20 años, unos tipos, soberbios, los había mandado a pelear una guerra que por casi 200 años no habían podido pelear los políticos. Pero también le habrán contado al Altísimo que no importó que tuvieran esa edad, que ellos combatieron por su patria hasta dejar la sangre de 649 compatriotas en esas islas del sur del Atlántico.
También esos le estarán contando al Creador que acá, unos personajes que parecen salidos de una historieta, que no conocen la historia, no sólo le niegan la atención médica que le deben otorgar por ley, sino que cuando quieren alzar la voz para pedir lo que les corresponde, vienen fuerzas policiales, vaya uno a saber mandados por quién, los reprime con gases lacrimógenos, gas pimienta y bastonazos.
Sólo me queda una frase, que creo haber acunado desde que ocurrió lo de Malvinas y que debemos repetir todos y cada uno de los argentinos a modo de agradecimiento por lo que hicieron: CON LOS EXCOMBATIENTES NO.
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