"No es perfecta, pero le tengo mucha confianza."
"Quiere a mis hijos, que es lo más importante."
No son declaraciones de amor. Tampoco frases de hombres enamorados. Son expresiones de hombres y mujeres que delegan parte de sus vidas en manos de quienes los acompañan en la difícil y agotadora tarea de llevar adelante un hogar, de cuidar a los hijos, de limpiar, de cocinar y de muchos etcéteras.
Y es a esas personas -en su inmensa mayoría mujeres- que trabajan en las casas de otras personas a quienes finalmente se les otorgó un derecho más que hasta ahora se les había negado: la negociación colectiva.
El martes se firmó la primera paritaria del personal de casas particulares con un alza del 28% en dos tramos y así terminó de concretarse una promesa que se le había hecho a esos cerca de 1,2 millones de trabajadoras de que se le iban a equiparar los derechos con los otros trabajadores. Si bien sus salarios todavía son bajos, la propuesta es que esta nueva escala se utilice como piso para negociaciones locales y para discusiones futuras.
"Este es el comienzo de un camino. Este fue un elemento más en el intento de visibilizar un sector que estaba invisibilizado y al que se le negaba la posibilidad de negociar salarios", indicó a este diario el subsecretario de Relaciones Laborales del Ministerio de Trabajo, Álvaro Ruiz. El funcionario estuvo al frente de las negociaciones que se desarrollaron desde fines de agosto en la sede de Alem 650 de la cartera laboral y que concluyeron con este acuerdo que se ubicó en la misma línea que la mayoría de los convenios rubricados en 2015.
La quinta categoría de este colectivo de trabajadores -que comprende al personal destinado a tareas en general, como lavado, limpieza, planchado, mantenimiento, cocina y que contiene a la mayoría de las trabajadoras domésticas- pasará a cobrar $ 43 por hora o $ 5358 mensual (para personas que trabajen ocho horas, con retiro) en diciembre próximo. La cuarta categoría -que comprende al personal de asistencia y cuidado de personas- pasará a percibir $ 46 por hora y $ 5958 (para personas que trabajen ocho horas, con retiro) a partir de diciembre. La tercera categoría -que comprende a caseros y jardineros pasará a cobrar $ 46 por hora y $ 5958 por mes.
Si bien estas cifras colocan a las empleadas de la quinta categoría por debajo del Salario Mínimo Vital y Móvil -que en julio pasado quedó establecido en $ 6060 a partir de enero de 2016-, Ruiz aclaró que, al igual que como sucede con los trabajadores rurales, las trabajadoras de casas particulares están alcanzadas por un régimen especial y consideró que el que se convino el martes "es un salario mínimo que no es un techo para nadie".
Además, desde uno de los siete sindicatos que participaron de la negociación, se celebró que la segunda cuota del aumento llegue en diciembre, cosa que permitirá que los trabajadores perciban el segundo medio aguinaldo en base al incremento total del salario.
Las otras dos categorías de trabajadores de casas particulares sí quedarán por encima del SMVM y son los supervisores y coordinadores de tareas (Primera categoría) que cobrarán $ 52 por hora y $ 6573 por mes y el personal contratado para una tarea hogareña específica (Segunda categoría) que percibirán $ 49 por hora o $ 6107 mensual.
Otra de las particularidades de esta paritaria es que participaron siete sindicatos diferentes, de distintas regiones del país y que, además, están enrolados en distintas centrales obreras. Esta situación fue interpretada pro Ruiz como algo positivo y en la que "se logró es encontrar un punto de gran razonabilidad de la dirigencia sindical. Todos entendieron que este es el comienzo de un camino".
Para Ruiz, esta primera paritaria del sector es un elemento que faltaba para terminar de poner en vigor la Ley 26.844.
Romper con la informalidad
El gremio de las empleadas domésticas es grande, tal vez el más numeroso de la Argentina. La cantidad de trabajadoras de casas particulares supera a la de los empleados de Comercio, el gremio con más afiliados del país. Son cerca de 1,2 millones de mucamas, niñeras, gobernantas y amas de llaves. Sin embargo, sufrieron una discriminación durante décadas y, hasta la sanción de la ley 26.844 en 2013, no contaban con los mismos derechos que el resto de los trabajadores.
Es uno de los colectivos laborales más grandes y, sin embargo, hasta hace poco más de dos años estaba regulado por un decreto redactado por la autodenominada "Revolución Libertadora".
Cuando en 2013 la Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, se buscaba equiparar los derechos laborales de las empleadas del sector doméstico a los contemplados en la ley de contrato de trabajo para el resto de los asalariados.
El texto puso una limitación de la jornada laboral a ocho horas diarias, además de incorporar la licencia por maternidad de tres meses, con el pago de salarios a cargo de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), y una ampliación del período de vacaciones que lo lleva a la misma cantidad de tiempo del que gozan los trabajadores de otras actividades.
Pero además, aquella norma que ya lleva dos años de vigencia, puso especial hincapié en uno de los flagelos más complejos del mundo laboral actual: la informalidad. Si bien no hay datos oficiales, se calcula que cuando se reglamentó la ley solamente había cerca de 250 mil trabajadoras registradas y ahora se estima que hay cerca de medio millón. Pero todavía hay mucho por hacer a ese respecto.
El mayor desafío pasa por intentar que los empleadores de las trabajadoras de casas particulares tomen conciencia de la necesidad de registrarlas. Porque no sólo es moralmente reprochable no hacerlo y porque le aporta beneficios para la trabajadora (obra social y aportes previsionales, principalmente), sino porque también redunda en ventajas para el empleador (como la deducción del Impuesto a las Ganancias).
Cuando se redactó la ley, los especialistas que la elaboraron contemplaron la particularidad de este colectivo laboral en el cual los empleadores son, a su vez, trabajadores y que, por lo tanto, no pueden tener las mismas obligaciones impositivas que los empresarios. Es por eso que ahora se debe pagar una parte de aportes y contribuciones y el seguro de Riesgos de Trabajo, que en total suman cerca de 630 pesos, para las personas que trabajan 16 horas o más.
Tenerlas en negro redunda en un perjuicio importante: el fin de una relación laboral de una trabajadora de casa particular que no haya estado debidamente registrada puede implicar que el empleador deba pagar una doble indemnización.
Ese cambio cultural, esa conciencia de que es necesario registrar a las empleadas domésticas, es reclamado para las personas que necesitan de otras personas para que les limpien, para que les pongan en orden sus casas, para que les preparen la comida, para que les cuiden a sus hijos.
La importancia que tienen estas mujeres en las vidas de esas personas lo amerita.
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